Una de las cosas que más me gusta hacer en Cenicientos es ir a la finca de Juanti.
El camino es largo, pero el hecho de ir andando te permite ver las cosas con más detallle. Los árboles, las pequeñas flores, el impresionante paisaje, las águilas que, a veces, sobrevuelan los campos.
Allí se me olvidan las preocupaciones. Siempre hago alguna cosilla, sobre todo quitar rastrojos, pero me entretengo, hago ejercicio y disfruto de la naturaleza.
Allí he visto al natural, por primera vez, una mantis religiosa, un insecto impresionante.
Me gusta ver los árboles, sé que no están bien cuidados, pero hago planes para hacerlo.
El gran problema de la finca son los rastrojos, pero echar veneno también sería un problema porque mataríamos mucha de la riqueza natural de este pequeño trozo de la Sierra Oeste de Madrid.
Las vistas que se disfrutan desde allí son espectaculares, la Sierra de las Peñas de Cenicientos, la Sierra de la Higuera, la de San Vicente. Y la mejor de todas, la que más me gusta, la Sierra de Gredos. En invierno, en los días claros, se pueden ver, a lo lejos, tras el valle del Tajo, los Montes de Toledo.
La verdad, es que la finca está situada en un lugar privilegiado.
El día que no voy a la finca, es como un día perdido.
Me parece que ir allí me ha vuelto más serena, más tranquila. Y es que no hay nada como hacer ejercicio en plena naturaleza.