Ayer domingo salí hacia la finca en medio de la niebla. Una aventura, pensé. El camino era fantasmagórico y se oian pocos tiros de los cazadores. Cuando llegué a ella la niebla persistía, pero el frío no era intenso. Se podía trabajar.
Me quedaban seis viñas de la parte de abajo y quería terminarlas. Me dieron muchos problemas. Al ser la parte en que menos da el sol, el suelo está cubierto de musgo, lo que lo endurece y dificulta arrancar la hierba.
Estando en ello se puso a nevar. Me alegró porque llevaba la cámara de fotos y pensé que podía hacer algunas buenas. Pronto dejó de nevar.
Tuve una tregua de dos horas para trabajar hasta que se puso a llover y me tuve que volver. Con lluvia no se puede hacer nada.