El sábado, 20 de agosto, me fui más temprano que nunca a la finca. A las seis salí de casa y llegué sobre las siete menos cuarto, aún de noche. Lo primero, visitar mi nido, como siempre, para dejar las cosas. Había ido con el carrito cargado de agua y quería regar los árboles. Lo que hice y creo que lo agradecieron. Sobre todo el nogal que sigue echando nuevos brotes a pesar del intenso calor de estos días.
Me gustó estar en esas horas antes del amanecer. Pude hacer unas bonitas fotos y volver al pueblo donde tenía que hacer cosas en casa. Iba a enseñarla a una posible compradora con la que, al final, no hubo acuerdo, quería bajar mucho el precio.
Si vendo la casa me iré a algún pueblo con fácil comunucación con Cenicientos. No quiero abadonar la finca, ya es muy importante en mi vida. Por ejemplo, Cadalso de los Vidrios no está mal. Nueva vida, como a mi me gusta.