Si, nada menos que cinco semanas he tardado en volver a la finca, lo que quiero que se haga habitual, como lo era antes.
Entre el esguince, la cantidad de trabajo de la residencia que he tenido que hacer en casa y lo mal que me organizo, me he privado del único descanso que tengo, recorrer el camino hasta la finca, hacer algo por allí y obsevar los cambios que se producen en la naturaleza. Ver paisajes, pasear entre las viñas, saludar a Estrella (y darle uvas), en fin, olvidarme un poco de lo cotidiano, de lo que me preocupa, hacer ejercicio. Las ventajas de las que gozo al ir allí.
Me la encontré preciosa.
Durante este més ha llovido bastante lo que ha puesto una delicada capa de hierba sobre el suelo de la finca. Por otro lado los días en que no ha llovido han sido bastante cálidos y las plantas no saben muy bien en qué época están. Las higueras casi han perdido todas su hojas, pero ya están echando brotes.
Desde luego, el cambio climático aquí se está produciendo. No ha helado ni una sola noche y el sol calienta a medio día. Afortunadamente ha llovido, no sé que pasaría si no lo hubiera hecho.
Me he encontrado mi nido precioso:
Y el resto de la finca ya muestra que el otoño ha llegado, con ciertas particularidades. Aún hay avispas y las hormigas se hacen unos hormigueros muy curiosos.
Las hormigas se hacen estos bonitos y útiles hormigueros:
Y la calzada romana luce en todo su esplendor.