Me preocupé por mis goteras y me alegré por los arbolicos de la finca. La tierra está seca, ávida de agua.
Ayer sábado, bien temprano, fuí a la finca con la intención de arrancar la hierba del camino, más fácil cuando la tierra está húmeda. Quité un buen trozo de rastrojos de éste y de otros lugares de la finca.
El musgo había reverdecido y hacía un bello contras con la hierba ya casi seca.
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