El día 22, regando el avellano, vi una forma que se movía sigilosamente. Tenía el aspecto de un rastrojo, pero éstos no se mueven sino con el viento, que no soplaba en esos momentos. Me fijé bien y comprobé que se trataba de una mantis religiosa, perfectamente camuflada. Este inquietante insecto adopta el color del entorno para pasar desapercibido. Son perfectamente conscientes de que los estás mirando y se quedan inmóviles. Si te alejas inician su huida. Fue una suerte tener la cámara, he visto otros y no he podido fotografiarlos.
Impresionan, por su tamaño y por que sabemos que devoran a sus machos tras el acto sexual.
¡qué bichos tan extraños!
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