sábado, 8 de octubre de 2011

Algunas especies vuelven a la finca






Estrella, parte de la marabunta y una de las grullas han vuelto en el transcurso de esta última semana a la finca.
Primero vino Estrella, sin su retoño, tan pava como siempre, pero igual de  guapa. Estaba mejor sin adornos, como llegó, ahora, Miguel le ha puesto unos collares que no la favorecen nada.
La marabunta y la grulla llegaron juntas y se enzarzaron rápidamente en la zarza, última obsesión de estas especies. Armados de tijeras, azadón y rastrillo, cortaron la zarza, la esparcieron por donde más puede molestar y se marcharon tan inesperadamente como habian venido.
Sólo les retrasó en su huida la invasión de un perro perdido que después de dar unas vueltas por la finca, desesperado, salió de ella con la misma inquietud que entró.

Plantas resistentes a la sequía


Esta planta, cuyo nombre ignoro, crece en lugares donde el sol no llega durante todo el día, sitios ligeramente sombreados. Actualmente está floreciendo.
Es asombroso ver como algunos vegetales resisten la sequía, que ya es preocupante. Desde la granizada del 20 de agosto no ha llovido nada.  Ni en Cenicientos ni en los alrededores. Otro elemento que añadir a la crisis (tenía que salir la palabrita).

domingo, 2 de octubre de 2011

¡cómo han crecido!



Aunque la finca sufre un proceso de deterioro, debido a la falta de cuidados y a la vejez de sus higueras y viñas que llevan plantadas desde 1943, los árboles que se han plantado recientemente han ido creciendo. Este crecimiento es notable en uno de los pinos y el ciprés, que están preciosos.

No todo es triste


Camino de la finca he tenido la oportunidad de ver hermosos paisajes, siempre diferentes, dependiendo de la estación y la hora del día. Este día, 1 de octubre, amaneció como otoñal, pero a la tarde ya era como un día veraniego.

Ya en la finca, descubrí una viña con unos hermosos racimos de uvas blancas. Ya maduras, doradas por el sol, buenísimas, frutos deuna viña que no ha sido atacada por el mildiu.

Triste vendimia




Llegado su tiempo, cuando todos los demás agricultores vendimian, yo he hecho lo mismo, para disimular (tonterias mías). Sólo que el destino de mis uvas ha sido diferente, como todo lo demás, han ido a parar a la hondonada. La verdad, no merecían otra cosa, dada su mala calidad, algunas ya estaban secas, no por el tiempo que llevan en la vid, sino por el mildiu. No obstante, da pena verlas allí tiradas.
Sólo he vendimiado las primeras líneas, las que se ven desde la carretera.
Una vez tiradas las he tapado con sarmientos y hojas de vides ya perdidas, que no dan fruto, cada vez más numerosas.