lunes, 19 de diciembre de 2011

Paseo por la finca

Ayer domingo, después de una semana,  me di un agradable paseo por la finca. Quiero decir con ello que no realicé ninguno de mis trabajos habituales de limpieza o riego.
Durante el paseo fui observando, recordando y, por supuesto, descubriendo cosas nuevas y asombrosas.
Recordé, por ejemplo, la tenaz búsqueda de agua realizada por la marabunta, bien para almacenarla, bien para que manase.
Dan testimonio de ello los cuatro grades agujeros excavados en diferentes partes de la finca.
El primero fue hecho con el propósito de almacenar agua:


En los dos siguientes quisieron hacer un pozo del que sacar agua:



En este último querían recoger el agua de los pozos anteriores:


Son muy parecidos, pero yo sé bien donde ubicarlos. Afortunadamente, el vecino, Miguel, nos deja recoger agua de su pozo y podemos regar en verano, porque estos sólo tienen agua en caso de grandes lluvias.
Escribo pasadas 3 semanas, pero son cosas que observé en aquel paseo.
No todo lo hecho por la marabunta carece de sentido: casi han logrado exterminar las zarzas, sin usar venenos, sólo a base de cortarlas (aquí yo he aportado mi granito de arena arrancando raices de las mismas).
Su obra más útil ha sido la construcción de esta escalera de tierra que da paso de la finca más baja a la más alta, justo a la altura de mi nido.



Otra de las obras magnas de la marabunta es el cerco de piedra colocado alrededor de las encinas del centro de la finca que delimitan un espacio muy bonito.


Dejo para lo último, la verdadera gran azaña de estos esforzados chicos: el camino de acceso desde la puerta de entradaque permite la entrada de coches y da la vuelta completa a la finca.



Y paseando, paseando realicé uno de mis grandes descubrimientos: ¡la nave en la que vienen los aliens desde su lejano planeta!  Disimulada en el tronco de una vieja encina no ha pasado desapercibida para mis ojos.


También me di el lujo de recorrer la parte de la finca que da a la carretera que he dejado libre de rastrojos y permite apreciar mejor las dimensiones de ésta. Otro de mis grandes trabajos; me ha costado meses dejarla así.

Observé que no sólo tenemos chaparros en la finca, hay también hermosas encinas que ya deben tener unos cuantos años.
 Como ejemplo pongo ésta que está junto a la calzada romana, otra de las grandes obras.


Un día provechoso, aunque no realicé ninguno de mis trabajos habituales. No quité ni un rastrojo.


jueves, 8 de diciembre de 2011

¿Adiós a la finca?

Ayer me dijo Juanti que está en negociaciones con Miguel (dueño de Estrella) para vender o alquilar con opción a compra la finca.
Bueno, no me llevo un disgusto por ello.  La finca es demasiado grande para cuidarla sin los medios adecuados.
Yo me quedaría con un trocito de ella, el que puedo abarcar, las viñas de la entrada y mi placita. De todo lo demás puedo prescindir, sobre todo de la finca de abajo, que tiene rincones preciosos, pero escondidos entre los rastrojos, imposibles de apreciar.
Lo cierto es que la finca precisa dinero y personal para cuidarla: arrancar las viñas viejas, sanear las higueras, podar los olivos, ararla cada año, quitar los chaparros y dejar las encinas limpias, en fin, una serie de cosas para las que necesitas conocimientos y herramientas.
Pero creo que los planes de Miguel van por otro lado, quiere hacer una ganja de vacas. Cierto es que la ganadería renta más que la agricultura, con lo que la finca perderá su aspecto actual y se llenará de malos olores. Una pena.
Pero me alegro que Juanti se libre de este terreno, al que, yo creo, ha perdido todo su aprecio. Él la compró con otra intención, sobre todo por las niñas y no le han salido los planes. Al menos recuperará todo su dinero, lo que no es corriente en estos tiempos de crisis.
He sido yo la que más ha disfrutado de la finca. Lo que he adquirido yendo a ella, estando en contacto tan directo, es a amar la naturaleza, el esfuerzo físico, la tenacidad. El balance no está mal.
 Los hermanos nos hemos visto más, estábamos muy desunidos y allí, aunque hayamos peleado, al menos hemos estado juntos.
Yo llevo dos años intentando vender la casa de Cenicientos que es demasiado grande para mí y me tiene atada a un trabajo que estoy terminando por odiar.
Sé que perderé dinero al venderla, pero no me importa, quiero irme de aquí, empezar algo nuevo. No sé el qué, pero quiero cambiar, no puedo acabar aquí mi vida.
Se aproxima el fin de un ciclo.
Me gustaría poder decir : adiós finca, adiós casa, adiós Cenicientos.